Andreu Martín

Blog del escritor Andreu Martín

Archivos en la Categoría: Escritos

Reyes Magos (1)

Un día me contaron que el rito/mito de los Reyes Magos tiene mucho más sentido del que yo creía. Es una especie de prueba anual para medir el grado de madurez de la persona. Gracias a ellos, y a Papá Noel, y al tió, comprobamos cuándo los hijos han abandonado el mundo mágico de la niñez para pasar al mundo real. Cuando te preguntan, o se preguntan, cómo es posible ese milagro anual, están empezando a pisar de pies en el suelo.

Por eso me parece tan interesante y profundo este cortometraje.

Dos clases de personas (3)

El mundo se divide en dos clases de personas. Los que se identifican con el torero y los que se identifican con el toro.
O sea: Los dominantes, orgullosos de una supuesta inteligencia, que se supone que les da superioridad y que usan para dominar a los otros, considerados menos inteligentes e inferiores. La supremacía del hombre que domestica a la naturaleza bruta. Los que presumen con trajes de oro y plata y se sienten importantes, aclamados por someter, a fuerza de lo que haga falta incluyendo las torturas, a una criatura hermosa y poderosa pero inferior y, por tanto, susceptible de ser aniquilada sin remordimientos. Y se sienten más orgullosos cuanto más hermosa, fuerte y peligrosa sea su víctima. Son los del Séptimo de Caballería con sus flamantes uniformes que se sienten autorizados a exterminar a los indios y quitarles sus tierras y relegarlos a reservas sin ningún escrúpulo. Y se ven más valientes si proclaman que los indios eran crueles y sanguinarios y, por ejemplo, arrancaban las cabelleras de sus víctimas (invento de los blancos). Son los que, desde tiempo inmemorial, dijeron que las mujeres eran inferiores a los hombres para justificar un trato de dominio.
… Y hay quien empatiza con las víctimas, quien es incapaz de aplaudir a alguien que hace daño, aunque sea de una manera muy hermosa, artística, tradicional, heróica, civilizada y estética.
Así es como yo lo veo, y prefiero situarme al lado de los segundos. Es una opción.

Doa clases de personas (2)

Hay dos clases de personas: las que dividen el mundo en dos clases de personas y las que no.

Dos clases de personas (1)

Las realistas despiadadas y las utópicas compasivas.
Las utópicas compasivas aspiran a un mundo mejor, sin injusticias, donde todo el mundo sea igual, donde nadie pase hambre, etc. Quieren hacerlo todo como es debido, quieren respetar a todo el mundo por igual, mujeres, negros, ricos y pobres, todos iguales, bajo gobiernos entrometidos, intervencionistas, dictatoriales, burocráticos, inoperantes y ridículos.
Las segundas, realistas despiadadas, lamentan que el mundo sea duro y cruel pero creen que la vida es así, que no la han inventado ellos, que la gente es diferente, que hay quienes nacen de familia rica y quienes nacen en una chabola, y los que espabilan y los que se duermen, los que saben ganar dinero y los que no saben, y los astutos y los bobos, los astutos que saben vender humo y los bobos que se lo compran. Si todo el mundo es diferente, debe ser tratado de manera distinta y están en el baile y hay que bailar, y en la guerra como en la guerra y en amor y en la guerra todo está permitido, y el que pega primero pega dos veces, y quien ríe último ríe mejor, y la generosidad bien entendida empieza por uno mismo, y maricón el último y qué le vamos a hacer.

NORMAS DE EDUCACIÓN

Cuando un niño llora por la noche, no hay que acudir nunca para ver qué quiere o qué le pasa. Hay que dejarlo llorar hasta que se canse, que dicen que eso ensancha los pulmones.
Así aprende que, cuando esté angustiado o en problemas a lo largo de su vida, no debe pedir ayuda a nadie porque nunca nadie le ayudará. Y, de rebote, supongo que aprenderá que, si alguien lo necesita, tampoco es necesario que acuda en su ayuda.

Cuando un niño discuta con alguien mayor que él en edad, dignidad y gobierno, se le deberá imponer el principio de autoridad y nunca deberá salirse con la suya.
Así aprenderá que el que manda manda, que el que manda siempre tiene la razón y que no merece la pena enfrentarse a la autoridad porque ésta siempre lleva las de ganar. Y conseguiremos que el niño sea sumiso, obediente, modesto, callado y respetuoso, o bien que ambicione a llegar al poder para poder putear como le putearon.

De vez en cuando, es necesario propinar al niño una buena bofetada. Eso no traumatiza a nadie y, además, enseña que, cuando no hay razones, es perfectamente lícito recurrir a la violencia y a la agresión física. Y, si hay razones, también.
(… Y, además, nos permite resarcirnos de todas las bofetadas que recibimos cuando éramos niños. Dulce venganza.)

En general, cuando nos planteemos la educación de un niño, deberemos prescindir de sus sentimientos, necesidades, deseos y expectativas para aplicar una única máxima «Mira, niño, no molestes».

El genocidio en Latinoamérica


El 21 de diciembre de 1511, cuarto domingo de Adviento, fray Antonio de Montesinos dirigió un sermón a los colonizadores españoles: «¿Con qué derecho y con qué justicia tenéis a estos indios en tan cruel y horrible servitud?», les dijo. «¿Con qué autoridad habéis hecho guerras tan detestables a esta gente mansa y pacífica que estaba en sus tierras? (…) ¿Por qué los tenéis oprimidos y agotados, sin darles comida, ni curar sus enfermedades, que de tantos trabajos que les dais se mueren, o mejor dicho los matáis, para sacar y adquirir oro cada día? ¿Es que no son hombres? ¿Es que no tienen alma racional?».
No son palabras ni conceptos sacados de contexto, como dicen los que opinan que el genocidio español es una leyenda negra (como me dijo aquél una vez: «No mataron a tantos indios para ser un genocidio». ¿Cuánta gente hay que matar para que sea genocidio? ¿Y cómo lo llamaríamos, si exterminaron a razas enteras?). Antonio de Montesinos no sacaba nada de contexto porque ESTABA EN EL CONTEXTO.

El cadáver exquisito (y 8)

¿Cómo planeé la novela a 24 manos?
Partí de un título que venía cantado: la idea nació en la Librería Negra Y Criminal y me pareció buen título para la novela. NEGRA Y CRIMINAL.
Pensé que podíamos tener una protagonista que fuera a la vez Negra y Criminal vengadora de antiguas afrentas.
Pensé entonces en una serie de víctimas de esa protagonista, cada una de las cuales protagonizaría a la vez el relato del escritor en cuestión. La única obligación de cada autor sería, pues, recrear la historia de algún malo que alguna vez mereció que nuestra Negra y Criminal acabara con él.
Añadí a algunos capítulos un plus que nos diera consistencia, evolución, planteamiento, nudo y desenlace a la historia, pero estos capítulos sólo eran propuestos, no impuestos, y aceptados por los voluntarios que asumían el pie forzado.
Jaume Ribera y yo nos reservamos el papel de reescritores de capítulos intermedios, como para disimular las costuras y las grietas que pudieran quedar entre historia e historia.
Y quedó bien, os lo prometo, quedó muy bien.
Se llama Negra Y Criminal y creo que podéis comprarla a través de la Página web de la Librería Negra y Criminal.
Probadla.

Cómo escribo a cuatro manos (7)

Una vez, nos lanzamos a escribir a 24 manos. No es lo mismo que a cuatro manos, pero no cabe duda de que la experiencia de patatantos libros escritos en colaboración, ayudó.
A una novela escrita a muchas manos se le llama un cadáver exquisito, vaya usted a saber por qué. Probablemente porque la mayoría son obras que han nacido muertas. Se juntan unos cuantos escritores geniales y deciden escribir cada uno lo que le dé la gana, siguiendo la escritura del anterior, y el resultado suele provocar un rictus tibio, como de asco, acompañado de un comentario del estilo «no está mal» que, traducido al inglés, sería bullshit.
Aquel día, en la librería Negra y Criminal de Barcelona, le sugerí a la hermosa Mercedes Abad que escribiera un libro policíaco, para que le diéramos la bienvenida al club con todos los honores.
Ella dijo: «No, yo sola, no…»
Entonces, levanté la voz para que me oyeran todos los escritores presentes y dije: «Mercedes Abad quiere escribir un libro en colaboración con alguien! ¿Algún voluntario?».
Como se comprenderá, fueron multitud los que levantaron la mano con entusiasmo.
No sé si al día siguiente recordaban su ofrecimiento, pero yo soy de esas personas incómodas que, cuando se proponen una cosa, la hacen, y ya me tenéis telefoneando a todos los voluntarios y diciendo el vamos allá, proponiendo una historia y, sobre todo, unas reglas de juego, unas normas que dieran lugar a una novela sólida, legible, interesante, donde cada uno hubiera colaborado con absoluta libertad.
Eso dio lugar a este libro, NEGRA Y CRIMINAL, que me parece un modélico cadáver exquisito.
Me atrevería a decir que es un exquisito cadáver viviente.
¿Que cómo lo hicimos?
(CONTINUARÁ)

Cómo escribo a cuatro manos (6)

Lo expuesto hasta ahora vale para el tándem con Jaume Ribera, porque tenemos un montón de vivencias profesionales en común y la experiencia de ir escribiendo la saga de Flanagan fue consolidando el método, los sobreentendidos y la práctica. Con otros colaboradores la relación ha sido distinta, naturalmente. Carlos Quílez, gran profesional y amigo, aportó realidad, realismo y verosimilitud a mi vida. Él ponía sobre la mesa argumentos sacados de la vida real y favorecía contactos con los protagonistas de la novela, policías y delincuentes, detectives y abogados que no sólo han enriquecido las novelas ASALTO A LA VIRREINA y PIEL DE POLICIA sino también el resto de mis obras y mi vida. Verónica Vila-San-Juan, con quien escribí IMPUNIDAD, ejerció de lo que es, productora. Generó la idea de la novela, generó el argumento, generó el entusiasmo y situaciones que yo jamás me habría atrevido a redactar.
Siempre es una experiencia enriquecedora escribir a cuatro manos porque con otro siempre llegas más lejos de donde habrías llegado tú solo.
Pero, eso sí, la esencia del trabajo en común siempre es la misma: ante todo el guión, la historia, las anécdotas, lo que vamos a contar. Con todo detalle. Saber lo que vas a contar como si lo hubieras vivido y sólo tuvieras que recordarlo para reconstruirlo. Ése es el secreto. (CONTINUARÁ)

Cómo escribo a cuatro manos (5)

La novela va pasando de mano en mano, creciendo y revisándose a sí misma a cada vuelta. En No te laves las manos Flanagan, yo impuse el capricho de que Flanagan entrase en un music-hall.

Jaume Ribera no lo veía claro y me dejó a mí la iniciativa de introducir al personaje y describir lo que sucedía en el interior. Cuando hube abocetado la anécdota y la novela regresó a sus manos, aceptó las reglas del juego, intervino con su habitual ingenio y multiplicó por mucho el humor y la acción de lo que sucedía en aquel marco. En cambio, introdujo él un mcguffin (un día de éstos os contaré lo que es el mcguffin) relacionado con una herencia o no sé qué de papeleos inmobiliarios que yo nunca entendí. Cada vez que quería intervenir en ello, me equivocaba y él tenía que volver al origen y darme explicaciones que yo tampoco entendía. Así se va desarrollando la novela hasta que los dos suspiramos satisfechos y decimos: Vale. Ya está.
Entonces, damos por terminada la obra. Fin. (Continuará.)