Andreu Martín

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VIAJE A ARGENTINA (Más café Tortoni)

Y ahí estoy yo, en el Tortoni, con Gardel.

… Y con Borges, y con Alfonsina Storni.

Un lujo.

VIAJE A ARGENTINA (El café Tortoni)

Una de las cosas que más me impresionó de Buenos Aires fue la omnipresencia de la cultura. Hay librerías por todas partes, librerías grandes y pequeñas, de libros de segunda mano o novedades, o best-sellers o de magia y religión, de lo que sea. Y, por todas partes, cines y teatros, como si los porteños no pudieran vivir sin la lectura, sin el deleite de la actividad artística.
El café Tortoni es un ejemplo.

Café Tortoni

No me gusta viajar, pero me gusta haber viajado

Haberme impresionado en la librería Ateneo de Buenos Aires montada en el interior de lo que fue gran teatro. El libro como espectáculo. Espectacular.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

Y haberme impresionado (otras dimensiones) ante la catedral más imponente que he visto en mi vida, la catedral de Albi (capital de la herejía cátara o albigense: una vez exterminado el último hereje, había que dejar claro quién había ganado):

 

 

 

 

 

 

 

 

 

una iglesia fortaleza manifestación de poder supremo, que tenía que ser habitada por monjes guerreros cargados de mala leche. Sólo hay que ver el altar mayor donde se exponen las penas del infierno para quienes no se porten como Dios manda.

No hay más que ver lo que les espera a los avariciosos, o sea, a los chorizos banqueros:

MI VIAJE A ARGENTINA (notas) IV

Los aficionados a apostar en las carreras de caballos (burreros) iban al hipódromo de Palermo de Buenos Aires y probaban suerte. Solían perderlo todo… hasta quedarse con dos céntimos, que era lo que costaba el tranvía que les llevaría de nuevo al centro. Ese tranvía salía de la esquina de la calle Pampa con La Vía. Por eso, para indicar que están apurados de dinero, dicen los porteños que «están en Pampa y la Vía». Mirá vos.
Tardecitas estuderas (de stud -que son las cuadras donde están los potros en el hipódromo), de San Isidro y Palermo, si no las vivo me enfermo…
Escuchemos a Edmundo Rivero, el grande del tango. (Más que Gardel, dónde vas a parar.)

Música y Letra: Héctor Marcó.
Ricardo, prepará el mate
y alguna copita fuerte,
que pa´ relojear mi suerte
voy a caer al estud.
Y si ya diste ración
entrompetá los potrillos,
el alazán y el tordillo
han de brillar como luz.
Ajustales el vendaje
no les mezquinés la cama,
úntale bien el masaje,
ancas paleta y riñón
y si andan de manos tiernas
cuidao con la sobre caña,
las cuerdas por donde cañan,
ranilla, vaso, y garrón.

Vigiláme los peoncitos
y en las mañanas de apronte,
dale a Chiafa que los monte
y acomodáte el reloj.
Que aligerao por tu mano,
en las primeras partidas
allí nomás de salida
marcarán cuarenta y dos.
Después buscale una corta
si no es mil cuatro, una milla,
que al cerrar la ventanilla
cuando alce el reo el clamor.
En un final de emociones,
de pingos y chaquetillas,
allí estarán mis colores
al tope del marcador.

Mi gloria es el ser burrero
tener un «pur-sang» de escudo
será porque de muy tierno
me hice a la buena de Dios
y allá por el año treinta
en los asaos de Berasa
canté mis primeras bazas
junto a las puertas de un box.
Tardecitas estuderas
de San Isidro y Palermo
si no las vivo me enfermo
por eso grito en salud.
Ricardo prepará el mate
y alguna copita fuerte
que pa´ relojear mi suerte
voy a caer al estud.

MI VIAJE A ARGENTINA (notas) III

Departiendo amablemente con Bevi(lacqua) – Doctor Bambú, que me regaló LA CRENCHA ENGRASADA de Carlos de la Púa. ¿Que qué es la Crencha Engrasada?

Una colección de poemas como éste:

EL CHOCLO

Se fue con tu tango la milonga pura.

La de hoy, con salones de piso lustrao,

y al tango lo ensucia cualquier caradura

con cueyo, corbata y traje ajustao.

Las minas aqueyas de las asentadas

ya sólo relucen para el carnaval;

la faca en la liga son cosas pasadas

y al gil lo pasado le parece mal.

Ya no se le tasan a las milongueras

por las condiciones solas de bailar:

hoy las preferidas son las ventajeras

y las más franchutas para chamuyar.

Y aqueyas corridas y aqueyas quebradas

no pueden hacerse ya sin tropezar…

Giles a cuadritos, turras a patadas

yenan las sagradas canchas del gotán.

Y sólo bajito, cuando cae la noche,

en el organito mugre de arrabal,

o en alguna celda, se escucha el reproche

del tango que nunca lo ensució Pigal.

¡Grande!

MI VIAJE A ARGENTINA (notas) II

Descubro en el quiosco que había frente a mi hotel, la revista de humor BARCELONA. Me llama la atención por su nombre, claro está, y la compro. Me comentan que debe el título a la época en que se veía Barcelona como la meca salvadora.

Destaco unos cuantos titulares:

«Ante el avance en Europa del Conservadurismo Extremo Salvaje, ahora los indignados salen a la calle para pedir una Ultraderecha Moderada.»

«… Los ajustes salvajes que impulsa su presidente, Mariano Rajoy, con la intención de alcanzar el nunca muy deseado Estado del Malestar…»

MI VIAJE A ARGENTINA (notas)

Estoy en casa de Victoria Ocampo, Mar del Plata, con motivo del Festival Azabache de Novela Negra, y abro su autobiografía al azar y leo:
«Mr. Sherlock Holmes
221 B Baker Street
London
«Ésta era la dirección de la primera carta a un desconocido que eché al correo en mi vida. Mi padre, que me había prestado un libro de Poe para que leyera sólo dos cuentos (El escarabajo de oro y El crimen de la calle Morgue) me trajo, seguro de que me entusiasmaría, Las aventuras de Sherlock Holmes. Era hacia final del verano, en San isidro. Llevaba todavía trenzas y la casa olía a flores de caña.
«(…)
«… Había leído Le capitaine Hatteras, que tenía un cierto parecido con Sherlock Holmes. Moralmente y físicamente: era delgado y no se enamoraba de las mujeres. Uno estaba enamorado del polo norte y el otro de su sistema de deducción para detectar crímenes. Yo estaba enamorado de ambos y su indiferencia total hacia mi propio sexo me era indiferente. En ellos veía otra cosa. Reverenciaba su austeridad, su no tener otros amores que la brújula y el violín (la jeringa de inyecciones de Holmes me inquietaba, por su salud).» (VICTORIA OCAMPO, Autobiografía 1.)

Una milonga negra y criminal

La encontró en el bulín y en otros brazos…
Sin embargo, canchero y sin cabrearse,
Le dijo al gavilán: «Puede rajarse;
el choma no es culpable en estos casos.»

Al quedarse bien solo con la mina,
buscó las alpargatas y, ya listo,
murmuró cual si nada hubiera visto:
«Cébame un par de mates, Catalina.»

La grela, jaboneada, le hizo caso.
El tipo, saboreándose un buen faso,
la mateó, chamullando de pavadas…

Y luego, besuqueándole la frente,
con toda educación, amablemente,
le fajó treinta y cuatro puñaladas.

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